viernes, 24 de abril de 2015

12/04/15: MARATÓN DE PARÍS: SOY MARATONIANO CON 3H47´

Después de 3 meses de preparación con 35 entrenamientos, unos divertidos y otros para olvidar; con una lesión de por medio y con más de 425 km acumulados, llegó el día deseado, ese 12 de abril de 2015 que jamás olvidaré, el día en el que fui maratoniano por primera vez, nada más y nada menos que en París. 




Dada la importancia del acontecimiento, y los 4 días que pasé en París con mi compañero y sobre todo amigo Mikel, que también estrena titulo de maratoniano, voy a dividir mi crónica en dos partes, la primera sobre los días previos desde el inicio del viaje y la segunda el resumen de mí carrera. 


LOS DIAS PREVIOS

El viernes a las 4:30 horas de la madrugada, Mikel vino a por mí y en coche pusimos rumbo a Hendaya, donde a las 6:45h cogimos el tren que nos llevó a París. Casi 6 horas de viaje que dieron tiempo para dormir lo que no habíamos dormido por la noche y ultimar los preparativos pre carrera.

Una vez en París, directos al apartamento. Fue un acierto elegir apartamento en vez de hotel/hostal, ya que nos permitió elegir la comida que queríamos comer cada día, algo importantísimo los días previos a un maratón. Eso sí, nada más llegar, tocaba hidratarse como es debido. 




Sobre las 15:00h comimos, pequeña siesta y rumbo a la feria del corredor, que estaba a una hora en metro, donde recogimos los dorsales y dimos una vuelta por la multitud de stands con material deportivo que había.




A las 20:00h volvimos al apartamento, cena a base de hidratos de carbono, y prontito a la cama.

Casi sin darnos cuenta ya estábamos en la víspera de la carrera, sorprendentemente demasiado tranquilos. Desayuno y paseo de una hora aproximadamente por el parque de La Villette que sirvió para activar las piernas. Compramos la comida que nos faltaba y Mikel hizo de chef como durante todo el viaje. De nuevo un poco de relax después de comer y tras descansar, fuimos a la salida de la prueba para calcular el tiempo que nos costaría llegar y no dejar nada al azar para el día de la carrera. 30´en metro.


La salida era en los Campo Eliseos, con lo cual queríamos haber aprovechado esa tarde para pasear y hacer un poco de turismo por esa zona, pero al poco de bajar del metro se puso a llover, con lo que optamos por entrar en alguna tienda y volver pronto al apartamento. De esta manera, a las 18:30h estábamos ya iniciando los preparativos de todo el material necesario para el día de la carrera.


Tras dejar todo el material preparado al son de canciones y vídeos motivantes, sobre las 20:00h comenzamos a cenar y a las 21:30h estábamos ya metidos en la cama, que a las 6:00h tocaba diana. 



LA CARRERA


Eran las 8:00 de la mañana y ahí estaba él. Ese Arco del Triunfo poderoso, presidiendo la línea de salida y vigilando la meta que los vencedores cruzarían. A las 8:30h abrían el cajón azul, el de las 3h30´que intentaríamos conseguir Mikel y yo. Los Campos Eliseos repletos de gente veían como cada poco tiempo miles de corredores empezaban a correr en la búsqueda de su propio sueño. A las 9:00h lo hacíamos nosotros. Y como se dice, un maratón se corre con las piernas, la cabeza y el corazón. Y así me sucedió a mi.


Minutos antes de la salida

Empecé a correr con las piernas, sin ninguna duda los 10K más bonitos de mi vida. Campos Eliseos hacía abajo, Plaza de la Concordia para entrar en la Rue de Rivoli, dejando el Museo Louvre y más adelante la Plaza del Ayuntamiento a la derecha, hasta llegar a la Plaza de la Bastilla. Kilometro 5. De ahí 5 kilómetros más hasta llegar al majestuoso Castillo de Vincennes. Estos 10K fueron impresionantes, indescriptibles, corría casi sin mirar al frente para no perder detalle de los monumentos que nos acompañaron durante esos primeros 50 minutos en los que iba clavando mi tiempo previsto. 5´/km.  


A partir de aquí ya me separé de Mikel. Los siguientes 11K, hasta completar la media maratón, transcurrían por los jardines de dicho castillo, era una zona verde bonita pero sin ningún atractivo a destacar, y tras rodearla, nos adentrábamos nuevamente en las calles de la ciudad. El tiempo al paso por la mitad de la carrera seguía siendo el esperado, 1h45´ al paso por los 21K. 5´/km.



Mis piernas ya empezaban a ir pidiendo el relevo a mi cabeza bajando un poco el ritmo de 5´/km marcado en un principio. Los kilómetros 23, 24, 25 y 26 los hice unos 5-10 segundos más lento de lo debido y ya empezaba a notar el cansancio muscular. El río Sena y Notre Dame estaban siendo testigos de mi pérdida de ritmo y de gasolina. 

Y ahí estaba él, apareció sin avisar como en él es habitual. "Monsieur le Mazo" me golpeó en el 28K, intenté luchar contra él durante dos kilómetros, pero sin éxito. El hombre del mazo me había dejado sin fuerza en las piernas a falta de 12 kilómetros. Pero aún quedaba mi cabeza...

Aproximadamente sobre el 30K, paré en el avituallamiento lo justo y puse a funcionar la cabeza. Miraba a la derecha y había multitud de público animando, miraba a la izquierda y el río Sena acompañaba nuestra carrera, dejando a la Torre Eiffel en la otra orilla viendo desde una posición privilegiada como muchos corredores nos enfrentábamos al terreno desconocido, ese que empieza a partir del 30K. Me decía a mi mismo: "Álex, mira, estás corriendo al lado de la Torre Eiffel, tal vez no vuelvas a correr por aquí en la vida, disfrútalo, es espectacular". Y así, con mucho sufrimiento, me despedía de esas vistas privilegiadas luchando por recuperar un ritmo de 5,30´/km que me permitiría bajar de 3h40´ si llegaba a la meta.  Mi cabeza, como la Torre Eiffel, se quedaron atrás. Entrando en el Bois de Boulogne en el kilómetro 34, la parte más fea del recorrido, comenzó mi agonía, de la que me rescató el corazón. 



Quedaban 8 kilómetros y un bosque que cruzar para que el Arco del Triunfo fuera testigo de nuestra entrada por meta. Esos 8 kilómetros que tantas veces he corrido, me decía, esos 8 kilómetros que he corrido casi sin esfuerzo montones de veces. Esos 8 kilómetros que me costaron más de 50 minutos fueron los más largos de mi vida. 

Así, en el 34K comenzaron mis problemas intestinales, a los que desoí en el 35K creyendo que aguantaría hasta la meta. Opté solo por parar a hidratarme y a comer algo, dejando la multitud de baños atrás sin hacerles caso. Fue un error. Tan solo un kilómetro después me vi obligado a parar y desviarme de la ruta, menos mal que estábamos atravesando un bosque. Al reincorporarme, tan sólo 5K para llegar a meta. El corazón comenzó a jugar. 



Con las piernas totalmente desactivadas y la cabeza pidiéndome parar, comencé a pensar en todos los mensajes recibidos los días anteriores y en las personas que más cerca han estado durante estos tres meses de entrenamiento. Me acordé de Mikel, del que me había separado en el 10K, nuestro reto estaba muy cerca, ojalá le estuviera yendo bien. Me acordé de mi familia, este tenía que ser mi pequeño homenaje. Y sentí que no corría solo, que detrás de mí había mucha gente deseando que me fuera bien. Cerré el puño de mi mano izquierda y me agarré a esa mano que me empujó hasta la meta. 



Última parada a hidratarme en el 40K y sin parar hasta la meta. Ya lo tenía, pero que largo se me estaba haciendo. Y de repente...¡sorpresa! El último aliento que me vino genial, mi amigo Javier Ventura, que estaba viendo la carrera porque corría su hermano, se puso a correr a mi lado durante 100-200 metros al inicio del 41K. Soplo de energía para encarar los últimos 500 metros emocionado, sabiendo que ya lo había conseguido y acordándome de todos los que de una manera o de otra, estaban pendiente de mi resultado.



Entrada en meta en 3h47´32´´ , posición 11633 de 40172 vencedores. Si lo queréis, podéis ver mí video de la carrera, donde salgo en varios puntos del recorrido, os animo a que me encontréis.

Como era de esperar, Mikel también cruzó la meta, se le hizo algo más duro, 4h30´, pero aún así, sigues siendo un crack amigo.  



Al día siguiente, L´Equipe, periódico deportivo francés, sacaba este suplemento que titulaba: 40172 vencedores. Y así es, correr un maratón no es un juego de niños, y acabarlo mucho menos. La verdadera dureza del maratón empieza cuando comienzas a prepararlo. Aconsejan tres meses, lo que yo hice, y son tres meses duros, muy duros. Meses donde tienes que sacar tiempo de debajo de las piedras, donde tienes que renunciar a cosas porque tienes que salir a entrenar, meses donde la mayoría, y yo en particular, sufre problemas físicos que en mi caso me tuvieron un mes parado. Todo esto hace que llegues al día de la carrera con ganas de acabarla, de quitarte ese peso de encima que llevas arrastrando durante tres eternos meses. Y al final el día llega, uno se prepara para sufrir, porque en 42K el cuerpo sufre, pero nunca puedes predecir ese nivel de sufrimiento. En cualquier caso, todos lo dicen y yo lo ratifico, ese último kilómetro donde ya eres consciente de que vas a cruzar la meta lo compensa todo, absolutamente todo. 



Me gustaría poder describiros la sensación de convertirse en maratoniano, pero hay que vivirlo. Se sufre en carrera, se ha sufrido en los meses de preparación y se cruza la meta consiguiendo un reto, un enorme reto. Trabajar para algo, luchar para algo y conseguirlo. Esa es la mayor satisfacción. El conseguir lo que uno se propone, cueste lo que cueste, y no rendirse. Hacerse fuerte, muy fuerte. Porque eso es lo que me ha pasado a mí, que me he hecho fuerte corriendo. Esta foto creo que resume a la perfección mi sentimiento.




Así que, sin ninguna duda, estoy en condiciones de decir que...

CORRER TE HACE FUERTE




3 comentarios:

  1. A ver si a la tercera va la vencida!!jaja. Lo que decía..un AUTÉNTICO PLACER COMPARTIR ESTE VIAJE Y EXPERIENCIA INOLVIDABL ES CON UN GRAN AMIGO COMO TU GOST!!Tienes muchísimos valores, pero sin duda el más importante y el que más demuestras cada día es el de GRAN PERSONA y una persona muy sencilla y facilitadora..eres un fenómeno AMIGO!!Para lo que necesites

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  2. Hola Alex, me llamo jose, soy gallego y si dios quiere y la salud me acompaña.... un futuro maratoniano, pues las ganas y el esfuerzo para conseguirlo sin duda corren de mi cuenta. Fantástico relato el que nos has dedicado....se me caían las lagrimas de emoción mientras leía, pues podía sentir el sufrimiento de carrera y a la vez envidiaba descubrir la satisfacción. Sin duda, correr te hace fuerte, pero también te hace persona...te enseña humildad de la forma mas dura fortaleciendo a la vez mente, corazón y alma....Gracias por tu relato, mucha suerte en futuros desafíos y adelante...y como tu bien ya sabes CORRER TE HACE FUERTE

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    1. Hola Jose,
      acabas de dar con ese comentario sentido a lo que intento transmitir en mi blog.
      Gracias por perder parte de tu tiempo en leerme y sobre todo en escribir.
      El correr, como bien decimos, no es solo un deporte, es la formación como persona, el luchar hasta conseguir algo, y eso, Jose, nos hace fuertes.
      Mucha suerte en tu reto, con esfuerzo y sacrificio seguro que conseguirás lo que te propongas.
      Un fuerte abrazo.

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