miércoles, 27 de mayo de 2015

23/05/15: HIRU MENDI TRAIL 27K: LA MONTAÑA PONE A CADA UNO EN SU LUGAR

Una serie de errores han hecho que esta haya sido la carrera más dura, o por lo menos, en la que más he sufrido desde que corro. El fallo principal ha sido el de perderle el respeto a los kilómetros y sobre todo a la montaña, hecho que tantas veces critico. 



Recuerdo que al apuntarnos a esta carrera Mikel y yo, estábamos en plena preparación para el maratón de París, con una carga importante de kilómetros detrás y con la sensación de que nadie nos podía parar, idea reforzada tras completar con éxito el maratón. Pero la montaña hay que entrenarla, la montaña no es asfalto. Si 27K en asfalto son ya muchos kilómetros, todavía lo son más en la montaña. Como leéis, la preparación no fue la adecuada, ya que tras París el número de entrenamientos y sobre todo el nivel de ellos ha dejado bastante que desear para afrontar una prueba de estas características. Pero no había marcha atrás, ya estaba en la línea de salida. 

Salimos desde Villava dirección Arre para encarar la primera subida al primer monte, el Narval. La salida fue rápida aprovechando que el primer kilómetro y medio era llano. Me coloqué en la parte media delantera, la idea era medirme y saber cómo reaccionaria en una prueba así. El primer ascenso fue prácticamente andando dado que llegó en el 1.5K y se formó un pelotón que imposibilitaba correr. Del 2.5K al 4K volvíamos a transcurrir por una zona llana hasta ascender al Narval, que coronamos en el 6K aproximadamente. Las sensaciones eran muy buenas, adelantando a varios corredores en la subida. 


En este punto tocaba afrontar el vertiginoso descenso del Narval, 1.700 metros de bajada con 260 metros de desnivel negativo. Una bajada bonita y técnica que por primera vez este año iba a ser cronometrada.  Comencé a bajar hasta que cometí otro error, más o menos en la mitad de la bajada, sobre el 7K. Pise mal con el pie izquierdo, apoyándolo sobre unas pequeñas piedras que patinaron y que hicieron que me cayera. Herida más aparatosa de lo que realmente fue el golpe. Me levanté en seguida y continué bajando, acabando el descenso en 08´32´´, posición 211 de 413 y 02´48´´ más lento que el primer clasificado. 



Salvado el susto de la caída, tras el descenso tocaba de nuevo ascender, esta vez al Oiana. Subida corta pero empinada, imposible correr en algún tramo. Al comienzo de la subida, paré a curarme la herida en el puesto de avituallamiento y me separé del grupo con el que iba, así que me tocó coronar Oiana en solitario. Era el 9K aproximadamente. Decidí bajar rápido, aunque extremando las precauciones por miedo a una segunda caída, para dar con el grupo que había perdido al parar. Es ahí donde cometí otro error. Iba mirando constantemente al suelo y al no tener ninguna referencia de algún corredor delante, me salté un giro a la derecha y seguí descendiendo hasta que me dí cuenta de que allí no había nadie. Volví a subir lo que había bajado y efectivamente, me salté el giro a la derecha. 500 metros de más y de nuevo corriendo solo, soledad que me acompañó hasta el 14K. En el 12K acababa la que era la carrera corta, que bien hubiera hecho en acabar entonces, porque lo habría hecho contento y con muy buenas sensaciones. 

Como he comentado, desde el 10K hasta el 14K corrí solo. A partir del 12K el camino era estrecho y con muchas curvas, cuesta arriba, lo que me impedía ver si tenía a alguien cerca por delante de mí. Eso hizo que bajase mi ritmo y esperase a un grupo que venía detrás mio. A partir de ahí llegaban dos fuertes subidas, dos rompepiernas que me dejaron ko. 700 metros de subida, 600 metros de bajada, 600 metros de subida y 700 metros de bajada. (Hablo de distancia, no de desnivel. En ambos casos las subidas eran más pronunciadas que las bajadas). Llegué al 17K muscularmente tocado, todavía con el grupo que me había alcanzado anteriormente. En el avituallamiento decidí tomarme mi tiempo y recuperar un poco, lo que provocó que el grupo con el que iba se marchara. Me uní a otro. Comenzaba el ascenso al Ezkaba, o lo que es lo mismo, al monte San Cristobal. 



Fueron casi 3K de dura subida hasta llegar al fuerte. Hice prácticamente toda la subida andando, mis músculos no daban más de si, me adelantaba todo el mundo. Los cuadriceps y los gemelos se me subían constantemente, hasta llegar al punto de agarrotarme por completo nada más coronar la cima. En el puesto de avituallamiento me ofrecieron regresar en coche y abandonar. Y lo pensé. Pero preferí parar unos 10´ mientras comía y bebía hasta que se me pasaron un poco los dolores. Total, solo quedaban 7K prácticamente en su totalidad de bajada hasta volver a Villava. 7K de puro sufrimiento. 



La verdad que era una bonita y larga bajada en la que se podía disfrutar e ir rápido, pero me dolían tanto las piernas que iba constantemente frenando. Cada rebote contra el suelo era como un puñetazo en mis muslos. Aún así, conseguí coronar el último pico, el Ezkaba Txiki, allá por el 25K, y descender hasta llegar de nuevo a la salida, convertida en meta, para cruzarla en una discreta posición 198 de 213. en 3h19´36´´. 



De todo se aprende, y esto hace que mi idea antes de la carrera de respetar los kilómetros que corremos y prepararlos a conciencia, más aún en montaña, coja más peso todavía. Conseguí llegar a la meta, sí, pero esta vez creo que no ha merecido la pena, demasiado sufrimiento durante la carrera y sobre todo, en los días siguientes. Hoy miércoles, cuatro días después de la prueba, continúo con dolores. Los que me conocéis, sabéis que me gusta ir a sufrir a las pruebas, pero una cosa es sufrir con algo que has preparado y otra cosa es sufrir por falta de preparación. De todo se aprende, y la montaña pone a cada uno en su lugar. Aún así, meta cruzada, carrera acabada, y aunque fatal muscularmente, acabé debido a que...

CORRER TE HACE FUERTE



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