jueves, 26 de mayo de 2016

22/05/16: HIRU MENDI TRAIL 27K: ESTE AÑO SÍ, ADIÓS A LA ESPINA CLAVADA

Tenía muchas ganas de volver a enfrentarme a estos 27K de trail de nuevo, por la ilusión que hace correr en un sitio que conoces y sobre todo, para sacarme la espinita que tenía clavada con esta prueba desde el año pasado (ver crónica 2015), donde sufrí más de lo que he sufrido en ninguna otra prueba. El año pasado me derrotó la montaña y este año me tocaba a mí. 


Dudé acerca de mi estrategia de carrera, o iba en solitario y me daba caña o me unía a Mikel (carrerón el tuyo amigo, nos merendamos la Camille). Pronto tomé la decisión de ir solo, buscando quitarme los malos recuerdos de la edición anterior. Era una cuestión personal entre la montaña y yo. De esta manera realicé una salida rápida aprovechando el 1.5K llano del inicio antes de comenzar el ascenso al Narval. 

Durante el ascenso iba a un ritmo cómodo, sin forzarme en exceso pero sin relajarme. En seguida me posicioné en un grupo que iba a un ritmo similar y con esa referencia comencé el descenso del Narval, con los fantasmas del año pasado ya que fue el punto donde me caí. Descenso superado sin incidentes y muy buenas sensaciones. ¡Cómo se disfruta ese descenso! Era el 8K.


Desde aquí se veía el avituallamiento del 9K y recibí los ánimos de Txutxin y Frisko, Beer Runners y voluntarios de dicho avituallamiento que me animaron al verme desde la distancia. ¡Gracias cracks! Tras reponer fuerzas, tocaba comenzar el ascenso al Oiana. 

El barro en esta zona ya empezaba a hacerse notar haciendo difícil el avanzar sin resbalones. Coroné con fuerza el monte y comenzaba el descenso hacía la Trinidad de Arre, llegando a ella con 1h07´ y muy entero de piernas. Llevaba recorridos 11.5K. 


Desde ese punto hasta el 17K comenzamos una ligera subida por un camino estrecho cresteando San Cristobal. Un trazado que invitaba a correr en varios tramos pero en el que convenía regularse para conservar fuerzas en las piernas ya que en el 17K comenzaba realmente la carrera. Ese punto kilométrico es el que marca tu sitio en la prueba. Es el comienzo de la verdadera subida a la cima de Ezkaba (San Cristobal). El tramo de escaleras. El tramo al que más ganas tenía de enfrentarme por lo mal que lo pasé el año pasado. Repuse fuerzas en el avituallamiento y pa´arriba. 


Son casi 3K de dura subida en los que estás obligado a andar en determinadas zonas. Poco a poco y sin parar iba subiendo al ritmo de un grupo reducido de unas 4 personas, pero todavía había una sorpresa reservada. En cuestión de 10 segundos estaba empapado de arriba a abajo. Cayó el diluvio universal y me pilló en la última parte del ascenso, cuando se va bordeando el fuerte. Unas gotas inmensas y heladoras, completamente mojado y ascendiendo lo que parecía un río de barro en vez de un camino. Diré que me pudo venir hasta bien porque del frío que tenía aumenté considerablemente el ritmo adelantando a varias personas y coroné la cima, 20K, saltándome hasta el puesto de avituallamiento. Mis ganas de llegar a meta habían crecido y no quería parar. 

El comienzo del descenso más de lo mismo. En vez de trail parecía rafting. Los pies sumidos en ríos de barro hasta los tobillos. Por suerte bajó la intensidad de la lluvia y la temperatura corporal se iba restableciendo. Durante la bajada perdí una posición pero sin embargo me iba acercando a otro corredor. La bajada se hacía complicada por la cantidad de barro acumulado, aunque al verme fuerte decidí apretar para ver si le daba caza. 

Me caí. Caída tonta justo antes de iniciar el ascenso al Ezkaba Txiki. Me levanté rápido, no perdí ninguna posición pero el de adelante se me escapó. Quedaban unos 3K y decidí conservar la posición sin arriesgar, aunque me costó, ya que tuve que hacer el último kilómetro, ya entrando en Villava, a un ritmo de 3´51´´ para no perder mi posición. 

El duelo final lo mantuve con el corredor de amarillo entre los árboles

Pasé por la línea de meta con un tiempo de 2h47´56´´, posición 51 de 210 finalistas y recortando 32´ respecto a mi marca del año pasado. 

Las sensaciones no han podido ser mejores. Tenía especialmente ganas de hacerlo bien y quitarme la espinita del año pasado. La conclusión que saco de esto es que hay que entrenar las cosas. Este año he llegado a la carrera muchísimo mejor preparado que el año pasado y eso no sólo se nota en el resultado, que al final es lo medible, sino que se nota sobre todo en las sensaciones durante y después de la carrera. La sensación de tener fuerzas durante los 27K, de poder acabar a un ritmo de 3´51´´ después de 27K y 1200 metros de desnivel positivo, la sensación de los días posteriores, donde el cuerpo está cansado como es lógico pero sin ninguna molestia fuera de lo normal. Y con eso es con lo que hay que quedarse, con el trabajo bien hecho y con la sensación de ir por el buen camino, el camino que hace que...

CORRER TE HACE FUERTE


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